Hace un año Kika llego a casa,
nos lleno de alegría cada día...
El entusiasmo que nos hacía sentir
al ver como nos iba aceptando, poco a poco,
dejándonos acariciarla, al darle de comer,
al escucharla cantar... es indescriptible.
Hoy a medio día, dejo de respirar,
y es increíblemente doloroso para todos nosotros
no volverla a escuchar, ni sentirla más que desde
nuestro corazón.
"Como alguien tan pequeñito, puede doler tanto!"